Este es un suceso real, escrito por uno de los protagonistas.
Por: Joaquín Corella Vásquez " Joachi ".
Llevamos meses preparando el viaje, a Clipperton, hemos leído todos los libros, revisado en You Tube todo el material disponible, hemos negociado con la familia los quince días de vacaciones y hecho todo tipo de arreglos para disponer de las dos semanas necesarias para el viaje… Clipperton llena de leyendas, historias trágicas y lugar de mil aventuras, naufragios y encuentros se yergue solitaria en la mitad del Pacífico y nuestro corazón de aventureros está ansioso por conocerla.
Faltan solo tres días para el viaje que parte de Los Cabos, tenemos ya todos el equipo de buceo empacado, las pocas cosas que llevaremos con nosotros y sobre todo, muchas ganas de hacer el viaje, de pronto nos llega la noticia de que Ricardo , nuestro anfitrión está enfermo, los rumores van desde un susto de presión , hasta un infarto.
El grupo entra en choque, no sabemos si se realizará el viaje, después de algunos mails confusos, nos manda Ricardo un mail... salió bien de los exámenes, pero el médico le pide que el viaje se detenga por unos días, el no llegará a Los Cabos el día planeado, nos alcanzará en La Paz, el lunes siguiente, así que un poco inquietos nos vamos a Los Cabos con cierta incertidumbre, creemos que todo está bien, pero no tenemos seguridad de ello.
Llevamos a Los Cabos a El Regalo, el fabuloso Yate que se ha convertido de alguna manera en algo nuestro, sabemos que es de Ricardo , pero su generosidad nos ha hecho sentirnos un poco sus dueños, su tripulación generosa y amable nos recibe y los amigos de tantas travesías comenzamos a juntarnos, hay como siempre algún nuevo invitado y procedemos a realizar los trámites para avituallar el barco de víveres y todo lo necesario. Las noticas se confirman ahí, Ricardo está bien, pero no viajaremos a Clipperton, ni a las Revillagigedo. El viaje lo haremos por el Mar de Cortez para estar listos para cualquier eventualidad , cerca de ayuda médica, por eso, contamos con un médico a bordo, amigo de Ricardo y de su familia, eso nos da seguridad para continuar el viaje. Por la noche, antes de marchar, el médico se presenta con un amigo de él, que vive en Los Cabos, es como la mayoría del grupo, de la misma ciudad.
El lleva tiempo trabajando y viviendo en Los Cabos, tiene que ir a La Paz y se le invita a venirse en el barco, él acepta gustoso de compartir la travesía por mar, él, como casi todos a bordo, es buzo, pescador y enamorado de la naturaleza.
Zarpamos de la marina de Los Cabos y el mal tiempo se da a conocer, fuertes vientos levantan murallas de agua, olas de tres metros nos acompañan toda la noche. Al día siguiente, los rostros pálidos y lavados son testigos de la mala noche, las pastillas para el mareo, las aguas minerales y los consejos que van desde morder el ancla, hasta rezar diez Ave Marías continúan a lo largo del día.
Algunos compañeros están en sus camarotes casi muertos por la nausea y las molestias.
Hacemos noche en una ensenada tranquila y al día siguiente hacemos algo de buceo y pesca, nos dirigimos a La Paz, pues Ricardo, llegará a media tarde. A medida que pasan las horas el viento arrecia y las olas llegan a los tres metros.
El día continúa así, el mar encabritado no da tregua, pero la mayoría vencemos las molestias y hacemos vida a bordo, comemos y tomamos cerveza mientras que conversamos de mil aventuras, unas ciertas y otras no tanto. Jorge, el pasajero que no estaba en el viaje inicial es víctima del mareo, el no se puede integrar al grupo, las molestias lo tienen un poco aislado, va viendo el mar para relajarse un poco. De pronto dice en voz suave… “me parece ver algo”; todos pensamos en un picudo, una ballena o delfines, pero el dice... “creo ver unos brazos pidiendo ayuda”
Nos levantamos todos de la mesa y comenzamos a mirar a lo lejos, estamos en un punto que forma un canal entre El Tecolote en la Baja y la Isla del Espíritu Santo, las olas son enormes y el mar esta “encabritado”, nos faltan unas horas para llegar a La Paz. De pronto vemos con claridad dos puntitos perdidos en las olas, los vemos solo por segundos, pues las grandes olas los borran, pero damos la voz de alarma y el capitán gira el barco, no dirigimos hacia ese punto remoto y poco a poco vemos claramente flotando en el agua a dos personas, al principio confusamente, pero entre mas nos acercamos, mas detalles aparecen, son dos personas, claramente identificables creemos que son hombre y mujer.
El agua esta fría y el viento muy fuerte, comentamos que ojalá traigan trajes térmicos, al principio pensamos que son dos buzos a los que la corriente llevo al garete, pero al llegar cerca de ellos , vemos que no tienen protección contra el mal tiempo, son un hombre y una mujer y hacen señas desesperadamente, agitan los brazos y gritan, les gritamos nosotros también que pronto estaremos con ellos.
El barco hace una maniobra de giro para acercarse a ellos, mete reversa y grandes olas brincan por la popa y nos mojan, buscamos el salvavidas de abordo, le ponemos una cuerda y lo tiramos al mar, la maniobra es peligrosa, grandes olas barren la plataforma, corremos el peligro de caer al agua y el barco por momentos se levanta a una gran altura y corre el riesgo de caer sobre los náufragos, ellos toman el salvavidas y los jalamos al barco, el primer intento falla, la ola nos los arrebata de las manos, pero ellos siguen aferrados al salvavidas lanzado, nos damos cuenta que en su desesperación han soltado los chalecos amarillos sobre los que flotaban sin traerlos puestos, eso los deja a merced de nuestra pericia para rescatarlos , el siguiente intento es exitoso , logramos rescatarlos.
En el siguiente intento, logramos subir a la mujer, inmediatamente los compañeros la llevan a bordo, esta pálida, temblorosa y llorando, volvemos a lanzar el salvavidas y el hombre lo atrapa, esperamos la siguiente ola favorable y lo jalamos hacia el barco, ahora tenemos a los dos a bordo.
Continuará ...
Interesante relato, solo que espero la continuación del mismo, he experimentado un naufragio en el cual casi perdía la vida a no ser por ..., bueno lo importante es que aqui sigo. Marco
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