Por Lartaun de Azumendi
2. La temporada 73/74 fue
la última de Larry en el Instituto Springs Valley. Sus 31 puntos y 21 rebotes
de media habían llamado la atención de varias universidades, pero él quería
jugar para Kentucky y para allá se fue de visita con su entrenador y sus
padres.
Joe B. Hall, por entonces coach de
los Wildcats, no quiso ofrecerle una beca. No creía que un chico que no hablaba
o que ni siquiera miraba a la cara podría encajar en un college de
esas dimensiones. Denny Crum, el entrenador de Lousville, fue a
verle a su pueblo y le propuso apostar. Si Larry perdía jugando a H-O-R-S-E con
él, tendría que, al menos, visitar Lousville. Ocho lanzamientos le bastaron a
Bird paras mandar a Crum de vacío a casa.
Bobby Knight, el hoy
mítico técnico de Indiana, le quería para sus Hoosiers y tras conversar un día
con él y enterarse de que Larry estaba dispuesto a estudiar, le conminó a que
apostara por Indiana. Semanas
después, Bird aceptaba una beca de estudios de los Hoosiers, en parte, empujado por un entorno demasiado entusiasta al que no quería defraudar. Knight le emparejó en la habitación con Jim Wisman, jugador que venìa de familia acaudalada y dueño de un extenso guardaropa en el armario. Bird, sin embargo, solo tenía dos cambios. No solo por eso, aunque también, Larry se sentía fuera de lugar. Bloomington estaba a escasos 100 kilómetros de French Lick, pero al rubio le parecía que había ido a parar a otra galaxia. El Campus era enorme y no se acostumbraba a él. Era muy introvertido, no tenía dinero, no le gustaba el ambiente ni de los entrenamientos ni del resto de la universidad. Tampoco Bobby Knight, decían.
Empacó sus pocas cosas y 24 días después de haber llegado —y sin decir nada a nadie— se puso a hacer dedo con dirección a casa de su madre. Georgia, todo un carácter, estuvo semanas sin dirigirle la palabra y se instaló en casa de su abuela.
después, Bird aceptaba una beca de estudios de los Hoosiers, en parte, empujado por un entorno demasiado entusiasta al que no quería defraudar. Knight le emparejó en la habitación con Jim Wisman, jugador que venìa de familia acaudalada y dueño de un extenso guardaropa en el armario. Bird, sin embargo, solo tenía dos cambios. No solo por eso, aunque también, Larry se sentía fuera de lugar. Bloomington estaba a escasos 100 kilómetros de French Lick, pero al rubio le parecía que había ido a parar a otra galaxia. El Campus era enorme y no se acostumbraba a él. Era muy introvertido, no tenía dinero, no le gustaba el ambiente ni de los entrenamientos ni del resto de la universidad. Tampoco Bobby Knight, decían.
Empacó sus pocas cosas y 24 días después de haber llegado —y sin decir nada a nadie— se puso a hacer dedo con dirección a casa de su madre. Georgia, todo un carácter, estuvo semanas sin dirigirle la palabra y se instaló en casa de su abuela.
3. Larry tenía el balón, recién
capturado el rebote iba por el centro de la pista. Su compañero ya había echado
a correr al saber que el rubio cogería el rechace y pedía el balón desde la
derecha mientras corría. Larry parecía hacerse el sueco y su compañero comenzó
a creer que ya no iba a recibir la pelota cuando de pronto, Bird lanzó un misil
por detrás de su espalda que fue a dar justo a la mano derecha de su, para
entonces resignado, colega. El pobre soviético Andrei Lapatov tuvo que sufrir
el crossover de su rival y ver cómo este devolvía a Larry el balón por encima
de su hombro. Sin apenas tocar la pelota, el rubio la reenviaba a su pareja de
ataque para que aquel dejara finalmente una bandeja en el tablero ante la
atónita mirada de Lapatov y el rugir de quienes llenaban el Rupp Arena de
Lexington, Kentucky.
Ambos se dirigieron hacia el
banquillo, Bird con la mirada clavada en el suelo y ajeno al bullicio. El otro,
iba aplaudiendo, sonriendo, exultante. Así era Earvin “Magic” Johnson. Era el
nueve de abril de 1978 y la primera ocasión en la que Bird y Magic habían
compartido un balón en una competición, el World Invitational Tournament. Magic
y Bird ni siquiera eran titulares de aquella selección norteamericana comandada
por Joe B. Hall. Pero ya eran los mejores a pesar de que uno era aún sophomore
( segundo año) y Magic freshman( primer año) . Cuando Larry volvió a casa tras
ganar el torneo invicto, le dijo a su hermano mayor Mark: “He visto al mejor
jugador universitario. Es Magic Johnson.”
4. La temporada 78/79, su tercera
y última como universitario en Terre Haute, resultó extraordinaria para sus
Sycamores de Indiana State. Con unos compañeros más que del montón, Bird hizo
que su equipo se plantara en la final universitaria ante los Michigan State de
Magic, un equipo de mayor calidad. Con un récord de 33 victorias en otros
tantos partidos, Indiana State ya estaba muy por encima de lo que cualquier
aficionado podría haber imaginado. El 26 de marzo, los Spartans plantearon una
estrategia que pasaba por no dejar ni respirar a Larry, y este no tuvo ni mucho
menos su mejor día. Con siete canastas convertidas de 21 intentos para 19
puntos a los que añadió 13 rebotes, Bird veía como perdía ante un fabuloso
Magic (24p/7r/5a) y hundía su cabeza entre las piernas mientras utilizaba una
toalla para no mostrar unas lágrimas de decepción ante los 15,410 espectadores
que llenaban el pabellón en Salt Lake City. Jamás conseguiría quitarse aquella
derrota de la cabeza. Nunca.
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