Tomado del Portal CONTACTOX de Claudio Escoboza Serrano, enlace: http://www.contactox.net/index.php?option=com_content&task=view&id=3387&Itemid=1
Por: Carlos Lucero Aja
El tema no trata sobre muchachas de Hamburgo, Alemania, de turistas en esta ciudad de Hermosillo, sino de las hamburguesas que se comen (aunque aquellas pudieran estar como para eso), ese platillo práctico y típico de Estados Unidos que invadió al mundo en el siglo pasado (siglo XX). Antes de la mitad de ese siglo, en nuestra entonces pequeña ciudad capital del Estado de Sonora, no se conocían y lo que se acostumbraba comer eran los “lonches” de pan virginia con bolonia o salami y lechuga; prefiriéndose más los antojitos mexicanos como los tacos, las gorditas, las tostadas y el famoso menudo para los crudos.
También se saboreaban los tamales de carne con chile, los de elote y los de frijol dulce, además de los burros de frijol. La carne machaca como se conoce hoy no se comía, sino que la “carne seca”, que así se le llamaba, se comía a mordiscos acompañada de panocha y atole blanco, y de postre pinole. La carne seca se machacaba o golpeaba con una piedra para ablandarla (de donde viene el nombre de “machaca”). Fue hasta tiempo después que se comenzó a desmenuzar y revolverle huevo.
En aquellos ya lejanos días, la gente no acostumbraba mucho comer en la calle o en restaurantes, además de que no existían muchos establecimientos donde sirvieran comida, ya que todas las mujeres de entonces sabían cocinar y hacer tortillas de harina de trigo, llamadas “tortillas de agua” y por los guachos “sobaqueras”.
Entre los pocos “cafés” y “restaurantes”, según Moisés “el Cuervito” Zamora, estaban el restaurante El Cairo, frente al Cine Noriega, donde se servía famoso mole; Las Delicias, frente a la cantina El Gato Negro, donde los desvelados comían menudo y tostadas. En el lugar conocido como El Parián, al costado norte del Mercado Municipal, el chino Pedro Park (que se cambió después al lado del Cine Reforma), al igual que el chino Abelardo Juanz, frente a la Casa Blanca, (hacienda que estaba donde hoy está la colonia de ese mismo nombre), servían sus “chapsuys”.
De lo más visitadas eran las mesitas que estaban dentro de la “Pera” del ferrocarril, que se llenaban cada vez que llegaba el tren. De estos pequeños restaurantes los más conocidos fueron los de la señora Ramona Preciado de Luna y el de la famosa “Chagua”.
También en aquellos tiempos, en las cantinas como El Gandarita, del señor Manuel Gándara, o La Bohemia, del señor Pedro Miranda, por el precio de una cerveza al parroquiano lo atiborraban de botanas como: carne con chile, morcilla, papas cocidas con chile verde, picadillo, tacos y lonches, por lo que ni falta hacían los restaurantes.
En el año de 1947, el señor Cipriano P. Lucero, junto con su esposa la señora Luz Celia Aja de Lucero (mis padres), establecieron un pequeño restaurante llamado Café Kiki enseguida de la gasolinera Pesqueira del señor Joaquín Pesqueira, en la esquina de las calles Matamoros y Sonora frente al Jardín Juárez. Allí se vendió la primera hamburguesa en Hermosillo ese año.
Al lado oriente se puso después la Nevería Chita del señor José Olivarría, torero que fue conocido con el sobrenombre de “Pepete”, que vendía las más sabrosas nieves y helados. La visión práctica del “Nito”, como llamaban al señor Lucero, quien en la Segunda Guerra Mundial fue sargento en jefe de cocina en Nueva Guinea y por lo tanto con experiencia en alimentos, lo llevó pronto a incluir en el menú los primeros “chili beans” y otros antojitos norteamericanos como: “sandwich de jamón y queso amarillo”, “hamburguer steak”, “cheeseburger”, los famosos “hot dogs” y las “leches malteadas”.
Sobre los “hot dogs” diremos que ya se conocían y se vendían aquí los “winiers” o salchichas, pero se comían en rebanaditas dentro del pan virginia, por lo que el primero de esos al estilo gringo se sirvió también en el Kiki. El pan alargado no existía en Hermosillo, por lo que el señor Lucero le explicó al señor Silvestre Munguía, dueño entonces de la panadería La Vencedora (hoy Los Tres Milagros), cómo debían ser los dichosos panes: -“como los virginia pero alargados”, los que se comenzaron a fabricar desde entonces.
A medida que las hamburguesas y los hot dogs les fueron gustando a los hermosillenses y visitantes, los establecimientos que los vendieron aumentaron en número y todas las panaderías fabricaron el pan para ese alimento. Pequeña sucursal del Kiki se puso por corto tiempo, en 1950, en el Hotel Calderón por la calle Rosales (donde estuvo después el restaurante Las Cazuelas, de histórico fin, el Hotel Internacional y hoy edificio de Telcel).
Por esas mismas fechas aparecieron el Nogales Café, por la calle Matamoros, del señor Isidoro Angulo, su propietario; la refresquería El Limoncito, en la esquina noreste del Jardín Juárez; el Café Boulevard, por la avenida Serdán (donde estuvo la tienda Mazón Hermanos y hoy está Famsa), que vendía tamales y café, cambiándose después a un nuevo local por la avenida Doctor Noriega con el nombre de Rosticería El Rodeo, especializándose en carne asada.
El negocio de los esposos Lucero fue prosperando y se cambiaron a fines de 1955 a un local más amplio y nuevo en el recién estrenado edificio llamado Café Combate, al lado norte de la radiodifusora XEDM y del Cine Sonora. A este nuevo restaurante acudían principalmente los jóvenes de antaño a saborear su alimento preferido y a escuchar en la “sinfonola” o “rocola” los éxitos musicales de entonces como: “Los marcianos llegaron ya”, “Pimpollo”, “Pancho López” y muchas otras; llenándose también de gente que salía de los cines Nacional, Sonora y Lírico que rodeaban al Jardín Juárez.
De allí el Café Kiki se cambiaría más lejos, en 1958, esta vez hasta la colonia Pitic en un edificio de su propiedad, en la esquina de Carretera Internacional (hoy boulevar Eusebio Francisco Kino) y calle general Ramón Yocupicio, al poniente de la gasolinera El Capitán (que después se cambió a esa esquina). Nuevamente la sociedad hermosillense siguió asistiendo a este lugar a saborear las mejores hamburguesas, aprovechando el nuevo servicio de atención en los automóviles conocido como “drive in”. Como estaba a la entrada norte de la ciudad, paso de los turistas norteamericanos, era parada obligatoria para ellos, donde además obtenían información de todo tipo para su estancia en el país que les proporcionaba el señor Lucero en su propio idioma o ayuda en alguna emergencia, ya que todavía no existía el Consulado de Estados Unidos en la ciudad. Dicho restaurante era también sitio de convivencia de los aguerridos alumnos del Colegio Regis.
A partir de los años sesentas apareció otro restaurante muy visitado por los jóvenes estudiantes: el Café Pradas, por la avenida Serdán casi esquina con la calle Matamoros, donde también vendían hamburguesas y la refresquería Las Delicias del Parque, en el Parque Madero, frente al estadio de béisbol Fernando M. Ortiz (hoy Parque Infantil).
El Café Kiki llegó a su fin el 13 de julio de 1968, 21 años después de su fundación, gracias a que desagradecidos y malos empleados recién sindicalizados “mataran su gallina de los huevos de oro” alentados por el líder cetemista Francisco Bojórquez Mungaray. Eso influyó en el ánimo de mi padre quien falleció dos años después, el 22 de octubre de 1970, a los sesenta años de edad, en Los Ángeles, California, a donde había ido a comenzar de nuevo. El restaurante se clausuró y después de un largo juicio donde mi madre se tuvo que declarar “loca”, porque el susodicho líder no dejaba cerrarlo, se remató junto con una casa de dos pisos recién construida en la parte posterior, donde viviríamos, para pagarles a los empleados, quedándose el de la CTM con la mayor parte del pastel. Entre los pocos empleados leales a su patrón estuvieron Rita Romero y Manuel Ríos Delgado.
En el mismo edificio del restaurante se instaló después la nevería del señor Jorge Corral llamada Helados Ricco, derrumbándose posteriormente para instalar sobre ella la gasolinera. A partir de aquella fecha comenzaron a aparecer nuevos restaurantes donde se vendieron hamburguesas o hot dogs. Entre los más conocidos estuvieron el Kon Tiki, La Ponderosa, los Hot dogs Medina, apareciendo en los setentas el Happy Boys, el Manix, el Napys y el Japs, la mayoría ya inexistentes.
A medida que Hermosillo fue creciendo en tamaño y en número de habitantes, surgieron establecimientos gastronómicos de todos tipos, desde la comida sonorense y mexicana hasta la internacional y para todos los paladares y bolsillos. Con la inmigración de la gente del sur del país se establecieron gran cantidad de taquerías, tortas y licuados de frutas, apareciendo años después las pizzerías y posteriormente los “sushis”. Frente a la Universidad de Sonora fueron llegando poco a poco expendedores de hot dogs en sus propios carritos “hatdogueros” móviles, hoy sitio turístico y obligado para los amantes de ese alimento, sólo que ya no en su estilo original estadounidense, sino en una nueva modalidad que los ha hecho famosos dentro y fuera de la ciudad con sus hot dogs al “estilo Hermosillo”.
Que razon me puede dar sobre las hamburguesas que existian aqui en Hermosillo llamadas Pic pac??
ResponderEliminarQUE ENCANTADORA HISTORIA,SIEMPRE ES BUENO RECORDAR,YO NACI EN 1974 Y ME GUSTA ESCUCHAR RELATOS SOBRE EL HERMOSILLO DE AYER.FELICIDADES¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarSRA.VICKY BUSTAMANTE
Llena de nostalgia e historia de nuestro querido hermosillo gracias mil
ResponderEliminarQué gran artículo. Hoy lo leeré a mi madre (Delia Irma Garibaldi), quien con sus 88 vivió como protagonista (extra) de esta bonita historia, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarMagnífico relato. Cordiales saludos.
ResponderEliminarMuy interesante historia del Hermosillo de ayer, de esos cafes restaurantes solo sobrevive La Ponderosa con sus hamburguesas y pizzas muy a su estilo por la calle Yañez casi esquina con la Healy antes Nogales
ResponderEliminarLa Rosticeria El Rodeo fue adquirida por la Familia Medrano y se cambio a la esquina de Morelos y Blvd Kino, pero cambio su salsa muy particular por una comun y no pego, ocupando su lugar hoy La Taqueria El Chino
ResponderEliminarConmovedora y excelente historia...gracias por compartirla.
ResponderEliminarMUY INTERESANTE Y BONITA HISTORIA DE HERMOSILLO. FELICIDADES
ResponderEliminartodo una epoca,se difrutava mucho el kon tiki y el pradas, todavia lo reordamos con nostalgia y cariño
ResponderEliminarBueno como.toda.ciudad Hermosillo tiene su historia y en la gastronomía también sobre todo en la carne asada tradición sonorense que por muchos años ha exitido taquerias y restaurantes en esta ciudad,sin olvidar el menudo y el pozole que lo han vendido en varios lugares con un sabor muy exquisito
ResponderEliminarEl Pradas inicio operaciones en la Avenida Serdan donde se encuentra en la actualidad el edificio de Banamex en la decada de los 50's...Sus propietarios fueron los hermanos Andere Sahuayo:Emilio, Antonio y Jose de gratisimo recuerdo...El menor de la dinastia, Gerardo ha hecho historia como piloto aviador. El negocio de la familia Taxis Aereos de Sonora ocupa lugar especial en la historia de esta Capital sonorense. Que bonito hacer estos recuerdos tan agradables
ResponderEliminarGrato relato gracias.
EliminarSobre todo cabe mencionar que de esta dinastia de la familia Andere solo queda el Capitan Gerardo Andere que aun sigue vigente como piloto aviador.
Muy bella historia de una familia trabajadora y la vez te ubica muy bien en el contexto de aquellos años un ejemplo a seguir y que los jovenes sepan que con trabajo y honradez se logra una vida plena
ResponderEliminarDonde estaba ubicado el KON TIKI en Hermosillo,Sonora?
ResponderEliminarMuy buen relato histórico,gratos recuerdos,felicitaciones.
ResponderEliminarExcelente relato, ignoraba la historia del Sr. Lucero como iniciador de la tradición de los hot dogs en Hermosillo y de su éxito como restaurantero, me entristece el actuar de los sindicatos que en vez de ayudar a la economía la sofocan. Felicidades
ResponderEliminarEstupenda narración Carlos. Me gustó mucho. Me transporté a aquellos tiempos y lugares de tantos gratos recuerdos.
ResponderEliminarTe mando un abrazo y mis saludo.
Jorge Millán Félix
Excelente reportaje de mi amigo lucero
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