Tontos y soberbios |
5 Jul. 10
Cuando vino el "Gilberto" en 1988 decíamos que no debíamos construir o gobernar o vivir o proteger contra la lluvia y las inundaciones porque aquí nunca llueve, sólo se presenta un fenómeno como el "Gilberto" cada 25 ó 50 años y eso no es seguro, dijimos todos.
Pero cuando alguien fue previsor, como Óscar Bulnes, Secretario de Obras Públicas de Fernando Canales, hasta la cárcel queríamos para él por hacer la presa Rompepicos, a la que Monterrey le debe hoy la vida de muchos miles de seres humanos, muchos miles de edificios y viviendas y docenas de miles de millones de pesos que se hubiera llevado el Santa Catarina entre jueves y viernes, de no existir la presa, por cuyo costo "excesivo e innecesario" procesamos a Bulnes, lo condenamos a pagar una absurda multa y lo inhabilitamos para el servicio público.
Escribo en primera persona del plural porque esa burrada la hicimos todos, mi querido vecino, todos los aldeanos regios que sostuvimos que la presa Rompepicos era innecesaria y que el Puente de la Unidad, el "Atirantado" como lo llamamos los tontos, cruzaba un río que jamás llevaría agua. Muy cerca del puente, también de Bulnes, el Punte Vado que cruzaba el río, prácticamente sobre su plan, a la altura de Santa Bárbara mostraba ayer un erizado aspecto, después de que la corriente del río que jamás llevaría agua lo hizo pedazos en unos segundos de presión.
El Puente de la Unidad, adecuada y previsoriamente elevado, además de ser sostenido con independencia de la corriente que nunca vendría, aunque ya ha venido en 1988, en el 2001 y en el 2010, fue uno de los pocos pasos que siguieron siéndolo sin interrupción a través del largo fin de semana que acabamos de cruzar.
A los previsores los crucificamos y premiamos a los imprevisores que se la han pasado construyendo trampas mortales en el plan del Santa Catarina: parques lineales, campos de golf, helipuertos, esculturas horrendas, como la de la Virgen, que la Divina Providencia recién nos hizo el favor de llevarse, mercados y, por supuesto, viviendas de precaristas, a los que cada vez más seguido, porque el clima mundial está cambiando, hay que rescatar vivos o muertos, lo que ocurra primero.
Y los ricos también lloran su imprevisión y la soberbia con que retan a los dioses, como lo están penando los vecinos de Las Querenzas, cuyas viviendas, edificadas en contra de la naturaleza en forma tan irracional como las de los precaristas de las márgenes del Santa Catarina o del Obispo, se las llevó la corriente o, al menos, se las llenó de agua y zoquete y los mandó a ellos a los techos a ser rescatados por la caridad pública.
Y en medio de tanta agua destructiva, el agua reconstructiva desaparece, pues las redes de Agua y Drenaje dejaron de funcionar normalmente en toda el área metropolitana, en algunos sectores por completo, como Santa Catarina. El desabasto era sufrido todavía ayer por 160 mil familias, lo que conservadoramente significa 750 mil personas desparramadas por todos los sectores económicos y geográficos de la zona metropolitana, de Escobedo a Colorines.
El colmo de la imprevisión se manifiesta en la declaración de Emilio Rangel, director de Agua y Drenaje, quien en un programa de televisión local declaró que las fallas en los acueductos no podían ser reparadas hasta que se secara otra vez el río, pues lo que hay que arreglar para que haya suministro de líquido otra vez está debajo del agua del todavía ayer rugiente Santa Catarina.
Sobre el río no quedó nada de lo allí construido, el agua mala sepultó al agua buena, los arroyos reclamaron y rescataron los cauces que la soberbia humana les arrebató y la presa Rompepicos y el Puente de la Unidad, ambos condenados a la burla pública, nos salvaron la vida esta vez.
Mas nos volveremos a reír de Bulnes la próxima vez que proponga un puente como el de la Unidad, volveremos a construir el parque lineal, la sierra residencial se seguirá llenando de casas de ricos atravesadas en el camino de los arroyos, habrá más miles de casas de miserables en las márgenes del Santa y volveremos a sepultar el agua debajo del agua. Somos tontos, tercos y soberbios. Primero nos morimos que aprender. Nos moriremos.
Pero cuando alguien fue previsor, como Óscar Bulnes, Secretario de Obras Públicas de Fernando Canales, hasta la cárcel queríamos para él por hacer la presa Rompepicos, a la que Monterrey le debe hoy la vida de muchos miles de seres humanos, muchos miles de edificios y viviendas y docenas de miles de millones de pesos que se hubiera llevado el Santa Catarina entre jueves y viernes, de no existir la presa, por cuyo costo "excesivo e innecesario" procesamos a Bulnes, lo condenamos a pagar una absurda multa y lo inhabilitamos para el servicio público.
Escribo en primera persona del plural porque esa burrada la hicimos todos, mi querido vecino, todos los aldeanos regios que sostuvimos que la presa Rompepicos era innecesaria y que el Puente de la Unidad, el "Atirantado" como lo llamamos los tontos, cruzaba un río que jamás llevaría agua. Muy cerca del puente, también de Bulnes, el Punte Vado que cruzaba el río, prácticamente sobre su plan, a la altura de Santa Bárbara mostraba ayer un erizado aspecto, después de que la corriente del río que jamás llevaría agua lo hizo pedazos en unos segundos de presión.
El Puente de la Unidad, adecuada y previsoriamente elevado, además de ser sostenido con independencia de la corriente que nunca vendría, aunque ya ha venido en 1988, en el 2001 y en el 2010, fue uno de los pocos pasos que siguieron siéndolo sin interrupción a través del largo fin de semana que acabamos de cruzar.
A los previsores los crucificamos y premiamos a los imprevisores que se la han pasado construyendo trampas mortales en el plan del Santa Catarina: parques lineales, campos de golf, helipuertos, esculturas horrendas, como la de la Virgen, que la Divina Providencia recién nos hizo el favor de llevarse, mercados y, por supuesto, viviendas de precaristas, a los que cada vez más seguido, porque el clima mundial está cambiando, hay que rescatar vivos o muertos, lo que ocurra primero.
Y los ricos también lloran su imprevisión y la soberbia con que retan a los dioses, como lo están penando los vecinos de Las Querenzas, cuyas viviendas, edificadas en contra de la naturaleza en forma tan irracional como las de los precaristas de las márgenes del Santa Catarina o del Obispo, se las llevó la corriente o, al menos, se las llenó de agua y zoquete y los mandó a ellos a los techos a ser rescatados por la caridad pública.
Y en medio de tanta agua destructiva, el agua reconstructiva desaparece, pues las redes de Agua y Drenaje dejaron de funcionar normalmente en toda el área metropolitana, en algunos sectores por completo, como Santa Catarina. El desabasto era sufrido todavía ayer por 160 mil familias, lo que conservadoramente significa 750 mil personas desparramadas por todos los sectores económicos y geográficos de la zona metropolitana, de Escobedo a Colorines.
El colmo de la imprevisión se manifiesta en la declaración de Emilio Rangel, director de Agua y Drenaje, quien en un programa de televisión local declaró que las fallas en los acueductos no podían ser reparadas hasta que se secara otra vez el río, pues lo que hay que arreglar para que haya suministro de líquido otra vez está debajo del agua del todavía ayer rugiente Santa Catarina.
Sobre el río no quedó nada de lo allí construido, el agua mala sepultó al agua buena, los arroyos reclamaron y rescataron los cauces que la soberbia humana les arrebató y la presa Rompepicos y el Puente de la Unidad, ambos condenados a la burla pública, nos salvaron la vida esta vez.
Mas nos volveremos a reír de Bulnes la próxima vez que proponga un puente como el de la Unidad, volveremos a construir el parque lineal, la sierra residencial se seguirá llenando de casas de ricos atravesadas en el camino de los arroyos, habrá más miles de casas de miserables en las márgenes del Santa y volveremos a sepultar el agua debajo del agua. Somos tontos, tercos y soberbios. Primero nos morimos que aprender. Nos moriremos.
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