9 de febrero de 2014

33 Momentos de Larry Bird. Parte 5

Con Red Auerbach, Campeones de la NBA en 1981 
Por Lartaun de Azumendi
10. Auerbach sentía que sus Celtics necesitaban reforzarse en la Delantera  y sacó su varita mágica una vez más. Boston tenía el número uno del draft en su poder pero decidió hacer un cambio con Golden State. Los Warriors se harían con la primera elección y así podrían elegir a Joe Barry Carroll a cambio de traspasar a Robert Parish a Boston junto al número tres del draft con el que Red se haría con Kevin McHale. A pesar de los  retiros  de Pete Maravich y Dave Cowens antes de comenzar la temporada, los Celtics pudieron llegar a las finales de Conferencia otra vez contra los Sixers de Julius Erving.
Todo parecía indicar que la historia se iba a repetir y así los de Boston se verían obligados a irse de vacaciones antes de lo deseado. La eliminatoria al mejor de siete estaba tres a uno a favor de los 76ers pese a los más de 29 puntos de promedio de Bird.
El quinto partido se jugaba en Boston donde Philadelphia ya había ganado el primero de las series. Los 32 puntos de Bird resultan decisivos para imponerse por un exiguo 111-109. Los Sixers pretenden matar la eliminatoria en el sexto en The Spectrum, pero en un partido apretadísimo caen ante Boston por 98-100. Bird ya tiene las serie donde pretendía: séptimo partido en el Garden.
Los hombres de Bill Fitch llevados en volandas por un enfervorecido público local logran imponerse al final del choque por la mínima, 91-90. En los últimos minutos, Bird robó dos balones, anotó dos tiros libres, tomò un rebote, puso un tapón y consiguió la canasta decisiva. “Quería el balón en mis manos para ese último tiro. No en las manos de nadie más en el mundo”, afirmaría Larry al acabar el partido. Los Celtics conseguían levantar un improbable uno a tres con tres victorias consecutivas por una diferencia de tan solo cinco puntos en los últimos tres choques de la eliminatoria. De locos.
11. Si hay dos canastas en la primera mitad de los 80 que han quedado en la retina de los aficionados a la NBA, esas fueron obra de Julius Erving y Larry Bird. La del Dr. J es tan conocida que no hace falta apenas describirla. Es esa en la que Erving —en el cuarto encuentro de las finales del año 80— entra por la derecha de la canasta de los Lakers, extiende el brazo mostrando el balón y vuela por la línea de fondo, por detrás de la canasta, hasta la otra parte del tablero para dejar una bandeja a tabla que Isaac Newton no habría creído. Por el camino, había volado sobre Mark Landsberger y Kareem. Alucinante. La otra, la de Bird, no tuvo nada que ver con desafiar la ley de la gravedad. Tuvo lugar en las Finales del 81 ante los Rockets. Larry lanzó en suspensión desde unos cinco metros y desde el mismo instante que el balón dejó su mano derecha camino de la canasta ya supo que aquel tiro iba a ser repelido por el aro. Sin esperar ni una décima de segundo corrió por el rebote mientras compañeros y rivales esperaban el desenlace del tiro, saltó, se hizo con el rechace con su mano derecha, se la cambió a la izquierda en el aire y anotó sin aún caer al suelo. Una canasta de malabarismo pero sobre todo llena de deseo por ganar.
12. Tras eliminar a los Sixers después de levantar el uno a tres, no eran los Lakers quienes esperaban en las Finales (para decepción de Bird), sino los Rockets de Moses Malone. Los Celtics eran claros favoritos,  pero como siempre las series había que jugarlas. El primer partido lo ganó Boston en el Garden por 98-95 , para perder el segundo en casa 90-92. Los Rockets volvían a casa con muy buenas sensaciones pero Bird y compañía les iban a bajar los humos con un 71-94 que no admitía discusión gracias a que seis celtics anotaron dobles figuras. Sin embargo, Houston apretó los dientes y Mike Dunleavy y Moses Malone igualaron la eliminatoria antes de volver a Boston. Los pobres ocho puntos de Bird también ayudaron. Una vez en casa, Cedric Maxwell y Larry Bird se encargaron de terminar las series con dos marcadores contundentes: 109-80 y 102-91. El MVP fue para Maxwell y el alivio y la algarabía para Bird. Por fin se hacía con un título. En su casa de Michigan, Magic Johnson no podía seguir mirando el televisor. Ver a Larry fumándose el puro de la victoria al estilo de Auerbach le hizo pasar un verano verdaderamente enrabietado. 

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